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Películas para Recordar – El Viaje del Emperador

El Viaje del Emperador es una verdadera obra maestra, un documental francés que se mete de lleno en la Antártida para mostrarnos de cerca el viaje anual que hacen los pingüinos emperadores hacia su zona de procreación. Toda la filmación fue posible gracias a la estación investigativa francesa “Dumont d´Urville”, situada en la Antártida, y que da como resultado una mirada profunda en el universo de esta maravillosa especie, que hace millones de años decidió no emigrar de esta zona cuando el continente empezó a congelarse. Esta testarudez ha hecho que el pingüino emperador viva en la zona más inhóspita de la Tierra, haciendo de su proceso de procreación toda una hazaña, una odisea implantada en sus genes, cual guión escrito por la Madre Naturaleza.

el viaje de los Pingüinos Emperadores


El documental ganó el Oscar al Mejor Documental en el año 2005 de forma más que merecida, a la vez que recaudó 127 millones de dólares en el mundo tras haber tenido una inversión de sólo 8. Es reconfortante ver que películas como estas puedan ser exitosas en taquilla y apreciadas por el espectador medio. Por otro lado, el término “documental” es un poco ambiguo en este caso, al menos en comparación con la imagen aburrida que suele tener la gente acerca de este tipo de grabación.

En la versión original francesa, los actores de voz interpretan a personajes pingüinos, en específico a un macho y una hembra que terminarán uniéndose y dando a luz a un bebé, cuya voz también será interpretada por otro actor. Como consecuencia, todo parece más una película que un documental, con un principio, nudo y desenlace de trama bien marcados. Sin embargo, la versión en inglés consiste en una narración más sobria llevada a cabo por la voz de un sólo actor, ni más ni menos que Morgan Freeman. Si bien el sr. Freeman está a la altura de las circunstancias, tal y como suele hacer, he de decir que la versión francesa me resultó más interesante, artística y entretenida en general (la vi con subtítulos).

Sea como sea, la película empieza cuando los pingüinos emperadores salen de su hábitat natural para emprender el viaje hacia su zona de apareamiento. Resulta sumamente interesante ver que todos ellos salen más o menos al mismo tiempo, como si alguien hubiera organizado una reunión con hora señalada de antemano. Lo segundo que sorprende es que sepan cuál es el recorrido que tienen que seguir, que no es distancia corta; es como si tuvieran una brújula en su cabeza que ha sido pasada de generación en generación y que les marcara el camino. Al llegar a su destino, los pingüinos eligen una pareja y se aman en el frío, pero la misión está más que lejos de haberse cumplido. Para conseguir proteger al huevo (y a sí mismos) de los elementos, los padres tendrán que llevar a cabo toda una serie de acciones cargadas de alta creatividad, más aún teniendo cuenta que a estas alturas llevan meses sin comer.

Pingüino Emperador bebé


Es sorprendente ver a través de todo este proceso la cantidad de amor que se respira en el ambiente. Todas las condiciones extremas que sufrirán los pingüinos serán con el único objetivo de conseguir el sano nacimiento de su retoño, dispuestos a aguantar temperaturas tan bajas al aire libre, que incluso para sus anatomías resulta un peligro. De hecho, el pingüino emperador es la ÚNICA especie animal que pasa el invierno antártico sobre el hielo (sí, existe tal cosa como el “invierno antártico”), y lo hace porque allí está en un terreno sólido que no tiene riesgo de derretirse, lo que lo hace el mejor sitio para incubar su huevo. Los valores mostrados son tan altos, que hasta hubo algunos que quisieron utilizar a la película como metáfora de valores familiares para la sociedad. Cuando se le expuso esto al co-guionista y director Luc Jacquet, este condenó la teoría, diciendo que “(…) hay que dejar a los pingüinos ser pingüinos y a los humanos ser humanos”, matizando que los pingüinos sólo son monógamos una vez por temporada, entre otras cosas. Para terminar, en la última fase de la película vemos el proceso durante el que se independiza el bebé, mostrándonos el comienzo del nuevo ciclo de vida.

Pingüinos Emperadores y sus bebés


En definitiva, la película es todo un homenaje al amor, la familia y la vida. También es un viaje hacia una zona geográfica donde la vasta mayoría de nosotros nunca llegará a poner pie, dando lugar a planos verdaderamente sobrecogedores y memorables. La filmación es tan real que en ocasiones llegué a sentir como si se me hubiera transmitido algo de frío. Pero sobretodo, los pingüinos me transmitieron un amor muy profundo que nunca había llegado a imaginar, y por qué no, con el permiso del director, una lección familiar:

 

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Eduardo García

Eduardo García es un fanático del mundo animal y graduado de guión y edición de cine. Co-fundó Animaltia para hacerle un humilde homenaje a los animales del mundo, y escribe en las secciones de Películas y Animales Famosos.

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