Laika, primer ser vivo en el espacio
Cuando hablamos de animales famosos, Laika es un nombre que no puede faltar. Esta perra pasó a la historia ni más ni menos como el primer ser vivo en el espacio, dejando el camino libre para los viajes espaciales humanos. Sin embargo, es casi seguro que si se le hubiera pedido su consentimiento se habría negado a semejante viaje, teniendo en cuenta que no había expectativas de regreso.
Foto de Laika
La misión de Laika era de carácter suicida, un viaje de ida sin vuelta, un sacrificio que para los políticos y científicos soviéticos estaba más que justificado con el objetivo de analizar el comportamiento fisiológico de un ser vivo bajo los efectos de la microgravedad (muy cercano a la gravedad cero) en el espacio, y cómo no, de adelantar a los Estados Unidos en la Guerra Fría. Pero, ¿cómo llega exactamente a concretarse el proyecto de Laika?
Laika y la Guerra Fría
Retrocedamos un poco, aunque tampoco será mucho: un mes antes del viaje de Laika. El 4 de octubre de 1957, los soviéticos consiguen lanzar al espacio el primer satélite artificial de la historia: el Sputnik 1.
Científico soviético puliendo el Sputnik 1
Imagen: nasaimages.org
El suceso crea un gran impacto en Occidente, y en especial en los Estados Unidos, quienes ven que se están quedando atrás en cuanto a tecnología espacial. Más aún, esta misma tecnología que lanzó al Sputnik 1 podía ser utilizada para lanzar ojivas nucleares de continente a continente, lo cual era inadmisible para el presidente Eisenhower. De esta forma, nace la Era Espacial y se acelera la carrera de ambos países por la conquista de las estrellas. Bajo este contexto, no es de extrañar que el entonces Primer Ministro ruso, Nikita Krushchev, se viera regocijado con el triunfo y buscara una segunda (y más potente) demostración de poderío.
Kruschev ordenó un espectáculo espacial para el 40 Aniversario de la Revolución Bolchevique, lo cual estaba a tan sólo un mes de distancia, y de esta forma nace el proyecto Laika. Los científicos espaciales ya habían enviado a perros en viajes suborbitales anteriormente, con lo que pensaron que esta era la oportunidad para finalmente poner a un ser vivo en el espacio. Laika era una de las perras abandonadas que habían sido adoptadas por el programa espacial soviético, el cual “reclutaba” a perras callejeras porque consideraba que ya estaban adaptadas a soportar hambre y frío. Así, tres perras fueron entrenadas para esta misión: Laika, Albina y Mushka.
Comienza el entrenamiento
Mushka fue utilizada para probar instrumentos, a Albina se la lanzó en dos ocasiones a gran altura en un cohete de prueba, y Laika fue elegida (para su desgracia) como la perra que iría al espacio para nunca más volver.
Laika en entrenamiento
En caso de que Laika presentara alguna complicación previa al lanzamiento, Albina la sustituiría. Los entrenamientos consistían en simulaciones que imitaban la aceleración y sonidos de un cohete, así como la confinación de las perras en compartimentos cada vez más pequeños, preparándolas finalmente para el espacio habitable del satélite:
Modelo de Laika en cápsula del Sputnik 2
Tal y como puede apreciarse en la foto, el espacio de la cápsula era muy reducido. Se colocó un ventilador que se activaría si la temperatura subía a X nivel, así como sensores en su cuerpo para medir su respiración y presión sanguínea. En cuanto a la alimentación, Laika dispondría de geles nutritivos que podían durar 7 días (durante el tiempo de entrenamiento ya se le adaptó a comer de este gel). Tres días antes del despegue, a Laika ya se le puso sobre la cápsula del Sputnik 2 de manera permanente para que se acostumbrara a ella. El espacio era tan pequeño, que solamente podía levantarse, sentarse y hacer algo de movimiento para coger la comida.
Un día antes del lanzamiento, uno de los científicos llevó a la perra a su casa para que jugara con los niños, en consideración con lo que le esperaba a continuación. Y finalmente, el 3 de noviembre de 1957, Laika fue lanzada al espacio a bordo del Sputnik 2.
Lanzamiento del Sputnik 2
Vida y muerte en el espacio
Durante el período máximo de aceleración las pulsaciones de Laika se triplicaron y hasta cuadruplicaron, sin volver a la normalidad hasta después de 3 horas, evidenciando la gran tensión a la que estaba sometida. Un problema mecánico causó un problema con el regulador de la temperatura, causando una sobrecalentación. Cuánto tardó Laika en morir ha sido motivo de gran controversia, ya que después de 5 ó 7 horas ya no se recibían señales en la Tierra. Algunas teorías decían que había muerto al cuarto día mediante la liberación de un gas dentro de la cápsula, otros decían que había muerto de la misma manera pero al séptimo día, y otros que había muerto al décimo día debido a la terminación de las baterías que mantenían los dispositivos que facilitaban la vida dentro de la cápsula. Sin embargo, Dimitri Malashenkov, uno de los científicos detrás del proyecto del Sputnik 2, reveló en el Congreso Mundial Espacial del 2002 en Houston, Texas, que la perra había muerto más probablemente por sobrecalentación y estrés tan sólo unas horas después del lanzamiento.
Polémica
Ni que decir tiene que la muerte de Laika causó indignación por parte de los activistas por los derechos de los animales, así como un gran debate respecto al uso de animales en experimentos de la ciencia. Sin embargo, esta discusión no se intensificó hasta años después de la muerte de Laika. La razón de esto es que cuando el Sputnik 2 despega, el mundo entero estaba mucho más interesado en analizar el suceso desde un punto de vista político y lo que representaba para la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia. Hay que tener en cuenta también que ya en ocasiones anteriores se habían enviado a animales en viajes suborbitales (tal y como se mencionó antes): los Estados Unidos solían mandar chimpancés y los soviéticos experimentaron enviando a perros.
Algunos de estos animales murieron también, pero la gran diferencia es que todos ellos fueron enviados con un plan de regreso (aunque al final hayan muerto accidentalmente), mientras que Laika estaba destinada a morir desde que despegó. En mi opinión, esto es lo que hace a este evento algo tan frustrante, que por el sólo hecho de dar un “espectáculo espacial” en el Aniversario de la Revolución, el gobierno haya decidido omitir la planeación de un viaje de regreso para Laika. No había ninguna necesidad de hacer las cosas así: recordemos que los científicos sólo tuvieron un mes para diseñar y construir (!) el Sputnik 2, y el resultado de estas prisas fue la muerte deliberada de un ser vivo (así como un deficiente sistema regulador de la temperatura dentro de la cápsula, que fue lo que hizo que Laika muriera por sobrecalentamiento incluso antes de los 7 días orbitales que se habían planeado para ella). La mismísima Oleg Gazenko, que fue la que escogió a Laika para ir al espacio y llevó a cabo su entrenamiento, dijo lo siguiente en 1998, más de 40 años después del suceso:
“Trabajar con los animales es una fuente de sufrimiento para todos nosotros. Los tratamos como bebés que no pueden hablar. Entre más tiempo pasa, más lo siento por ella. No debimos haberlo hecho. No aprendimos lo suficiente de la misión como para justificar la muerte del perro”.
Sin embargo, incluso las tragedias tienen su lado positivo. En este caso, es el hecho de que Laika pasó a la historia de la humanidad como el primer ser vivo en el espacio, admirada por el mundo entero debido a su sacrificio, y recordada como héroe en los corazones de la comunidad espacial. Parte de su legado también incluye una mayor justicia para otros animales que viajaron al espacio posteriormente: ninguno de ellos fue enviado sin un plan de retorno. Pero la mejor forma de evidenciar la huella de esta perra en la humanidad son los numerosos monumentos hechos en su nombre, desde una estatua de 2 metros de altura en el centro de Moscú, a sellos…
…a cuadros, como este en el Museo de Tecnología Jurásica en Los Ángeles…
…a la marca de “Cigarrillos Laika”…
…a la zona de Marte bautizada como “Laika” por parte de la NASA…
…a este monumento en el museo “Homo Sapiens” en Creta, Grecia…
Imagen: Doctor Alex Moscow.
…a estas palabras pronunciadas por Yuri Gagarin, el primer astronauta en viajar al espacio:
“Todavía hoy no sé si yo soy el ‘primer hombre’ o el ‘último perro’ en volar al espacio”.

Eduardo García

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